Mi visita a Machu Picchu por tren

 


Mi visita a Machu Picchu por tren


Era un octubre del 2006 cuando mi esposa, nuestros dos hijos y yo emprendimos una de las aventuras más emocionantes de nuestras vidas: un viaje a Machu Picchu. La travesía comenzó en el encantador pueblo de Ollantaytambo, donde el aire fresco y la majestuosa arquitectura inca nos envolvieron desde el primer instante. Caminamos por sus calles empedradas, admirando los impresionantes muros de piedra que han resistido el paso del tiempo.

Subimos al tren que nos llevaría a nuestro destino final, sintiendo la emoción palpable en cada uno de nosotros. La ruta serpenteaba entre montañas cubiertas de vegetación exuberante y ríos caudalosos. A medida que avanzábamos, la belleza del paisaje nos dejaba sin aliento. Los niños miraban por la ventana maravillados, señalando cada rincón nuevo que aparecía ante sus ojos curiosos.


Finalmente, llegamos a Aguas Calientes, donde tomamos un breve descanso antes de continuar hacia la maravilla del

 mundo. Al llegar a Machu Picchu, el esplendor de la ciudadela nos dejó completamente asombrados. Juntos, exploramos sus antiguos caminos y terrazas, sintiendo la historia vibrar en cada paso. Fue una experiencia inolvidable, un momento que atesoraremos para siempre.



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